Nuevamente los españoles son convocados a las urnas, con lo campanudo que eso suena. Esta vez la cuestión se centra en dirimir quienes van a ser los afortunados elegidos por la diosa Fortuna para darse la vida padre en Bruselas. Más de 40 organizaciones, algunas verdaderamente esperpénticas, participarán del rito para que una serie de políticos y no políticos amortizados de los grupos de siempre dilapiden nuestro crédito y lo que es peor, nuestros presupuestos en tan inútil foro. Esta Europa de la mercadería ha sido uno de los mayores traspiés que España ha dado en el presente siglo y el pasado. Que es una engañifa inútil para los españoles lo demuestra el hecho de que los partidos que verdaderamente tienen opciones de conseguir representación hacen de sus listas un verdadero cementerio de elefantes donde todos los apartados de la política nacional encuentran acomodo para seguir trincando sin dar un palo al agua. Por otro lado, a los nuevos aspirantes se suman arribistas a quienes las encuestas auguran algún éxito.
Hoy sólo cabe darle otro significado a la Unión Europea o simplemente abandonarla y recuperar nuestra soberanía. En este sentido, la Asociación Cultural Alfonso I pide a los españoles sentido común, templanza y patriotismo para decidirse por quien consideren que puede dar pasos en ese sentido. Si por el contrario lo toman como otra competición para ver si ganan “los míos” o “los otros”, desde Alfonso I les recomendamos una jornada dominical enriquecedora en compañía de familiares y aprovechar para salir al campo si el tiempo acompaña o leer un buen libro si no.
Nos esperan semanas de mentiras indisimuladas, de sonoros silencios y de absurdos propios del cretinismo de la clase política española, la profesional y la de los advenedizos que en forma de jueces en apuros en busca de tabla de salvación, estalinistas de toda condición y baja estofa, lunáticos más o menos iluminados y oportunistas a la espera de ver el cadáver de su vecino pasar.
Por eso, nos atrevemos a pedir reflexión, cordura y consecuencia con la responsabilidad que se adquiere al certificar el apoyo a una opción y si no se es capaz de ello renunciar a hacerlo. En una nación donde los sediciosos campan a sus anchas y encuentran todas las facilidades para conspirar dentro de nuestras fronteras y también desde Estrasburgo se hace inaplazable que los españoles dejen de lado a sus políticos “de toda la vida” y se hagan cargo de su futuro y el de sus hijos y eso sólo se hará en una nación unida, con un pueblo unido que sepa cribar a todo enemigo de dicha comunidad.