Hace ya casi cuatro años, en una conferencia que llevaba por título “Organizar la resistencia”, Rafael Ripoll, nos anticipaba que estábamos en un momento clave para nuestras filas, que teníamos urgentemente que organizarnos y ponernos a trabajar con seriedad si queríamos ser parte en el futuro tras el fracaso del sistema del 78 y el desgaste del bipartidismo, nos decía incluso, que si no éramos capaces de estar a la altura, el pueblo español volvería a caminar tras banderas rojas, banderas rojas que siempre han tenido funestas consecuencias y como la oscuridad al amanecer siempre han precedido a las lágrimas y al derramamiento de sangre.
Cuatro años después, su predicción se ha cumplido, el pueblo (toda esa mayoría social que no ha sido beneficiada por el saqueo) marcha tras los de las banderas rojas (que hábilmente han escondido), debido a sus propios méritos, ellos sí han sabido organizarse, conectar con el pueblo y dar respuestas ágiles a lo que el momento demanda.
En nuestras filas cuatro años después seguimos como estábamos, se puede salvar alguna comunidad militante, alguna buena iniciativa, alguna persona que es capaz de tirar de su entorno y conseguir algún objetivo, pero globalmente seguimos sin estar organizados ni coordinados, la resistencia es aislada y no hemos solucionado ninguno de nuestros males endémicos:
Seguimos sin capacidad de análisis, sin autocrítica, sin ninguna estrategia, con nuestros personalismos, luchas cainitas, falta de altura de miras, jefes y cuadros que no dan la talla, no estamos preparando a las nuevas hornadas, nos permitimos juzgar lo que hacen o dejan de hacer los camaradas extranjeros, como si tuviésemos algún tipo de capacidad moral para hacerlo y para colmo, nos felicitamos cada cuatro años en las elecciones por haber conseguido 0,05 o 0,06 por ciento de los votos, unos cientos más que cuatro años antes. Auténtica pasión por el gueto, un gueto que es una máquina de generar apatía, de quemar camaradas válidos y de sacar a relucir los egos y personalismos de los que se mantienen en el juego, sin contar con siniestros personajes que van y vuelven como fantasmas del pasado, o a los que cada dos años se les ocurre idea de sumar 0+0, como si fuese más importante el número que la buena voluntad.
A nivel de medios, nuestra puesta en escena deja mucho que desear, apenas tenemos blogs influyentes (tenemos que buscar referentes fuera de nuestro área), nuestras páginas web son viejas e inútiles, nadie elabora documentos, hacemos un uso mediocre de las redes sociales y cada vez que salimos en televisión es para hacer el ridículo, decir lo que los rabiosos periodistas quieren que digamos o vender el pseudopartido de turno. No tenemos ningún tipo de fuerza para organizar corrientes de opinión y mucho menos para hacer frente a cualquier campaña que nos organicen. Objetivamente la maquinaria no está engrasada.
Ahora que gracias a Podemos se va a romper la baraja, podemos liarnos contra ellos como mamporreros del sistema (argumentos no nos faltan, pero no son ellos los que han arruinado moral y económicamente el país en esta ocasión) o afrontar el nuevo escenario aprovechando la grieta que han abierto para organizar realmente la resistencia y entrar en el juego. Ahí tenemos su ejemplo.
Rastapopoulos