En los años que nuestra asociación lleva en marcha, hemos tenido la oportunidad de escuchar a varios conferenciantes de las principales asociaciones patriotas catalanas, como el Casal Tramuntana o Somatemps, hemos podido escuchar a varios representantes del mundo editorial y al presidente de la Asociación Salvar el Archivo de Salamanca (robado y expoliado por la Generalitat). También hemos trabado amistad con un buen puñado de catalanes que llevan muchos años en primera línea combatiendo al separatismo, por lo que la nueva escalada de los secesionistas no nos pilla de nuevas, ya que estábamos sobre aviso, solo era cuestión de tiempo que la cuerda se acabase rompiendo con su pseudo-referendum y su firme amenaza de declaración de independencia.
El relato que nos hacían los compatriotas catalanes de lo que ha pasado en los últimos años es sencillo. Los separatistas tienen la sartén por el mango: Tienen el gobierno, desde el cual pueden legislar a su antojo y desde el que aparte de a robar a manos llenas, se dedican a agigantar sus redes clientelares (cientos, miles de puestos a dedo bajo su dominio, multitud de funcionarios colocados y multitud de estómagos agradecidos). Tienen en sus manos la educación, falsifican la historia a conveniencia y adoctrinan a los niños desde su más tierna infancia. Tienen su policía. Tienen también la cultura y lo están aprovechando (una televisión autonómica con siete canales martilleando continuamente con sus soflamas; revistas y periódicos que viven solo del dinero público), asociaciones culturales subvencionadas con millones y millones de euros que se dedican a fomentar el odio, a generar división y a señalar a quienes no transitan por el camino que marcan sus dueños… Frente a toda esta ingente maquinaria, apenas unas pocas asociaciones y ciudadanos de a pie subsisten tan solo gracias al dinero de sus bolsillos y su empecinamiento personal, ya que el gobierno PP (recordemos, muchos años con mayoría absoluta) se ha dedicado a mirar a otro lado y a engordar sus bolsillos personales con sus corruptelas mientras dejaban de lado Cataluña.
Con esos ingredientes, con toda esa rueda en marcha que se va agigantando mientras gira, solo es cuestión de tiempo que las masas aborregadas y dóciles les entreguen su voluntad y que la resistencia vaya desapareciendo, porque sin medios, la fuerza de la verdad y la razón, no tienen ninguna potencia. Y realmente, no creemos que el problema principal sea identitario (ellos han fomentado la llegada de cientos de miles de musulmanes), creemos que la cosa va más por el tema de la pela, las redes clientelares, mantener el status, egoísmo, vacías promesas que llegan a calar en quienes no tienen a que agarrarse…
Y llegamos al 1-O, ciertamente, fue un día muy duro y triste para los sentimos Cataluña como nuestra tierra, con los separatistas tomando las calles y su perfecta puesta en escena victimista y lastimosa, queriendo hacer de cuatro porrazos una cuestión de estado (ellos mismos, que han conseguido que catalanes patriotas lleguen a exiliarse por sus amenazas, que han destrozado librerías, que han agredido a padres con sus hijos en brazos solo por portar la bandera, que se dedican a perseguir y a multar a aquellos que osan a rotular su negocio en castellano, que solo permiten la enseñanza en catalán e inglés…).
Pero han ido avanzando los días y esa impotencia y frustración se han ido tornando poco a poco en esperanza y optimismo, por fin se está produciendo una reacción de la gente de a pie, desde chavales que se revelan en los colegios, grupos de jóvenes que se atreven a salir a recuperar las calles con sus banderas, concentraciones espontaneas, manifestaciones cada vez más grandes… parece que la mayoría silenciosa está despertando y puede ser una gran oportunidad, no solo para abortar este intento de golpe, sino para sentar las bases de algo grande, recordando los errores y el terreno cedido en el pasado. Para el resto de españoles, apliquémonos el cuento y recordemos que los catalanes que nos han visitado siempre nos decían que no hay nada mejor para alentar el separatismo que las reacciones contra Cataluña en su conjunto, los ridículos boicots que afectan a todos los catalanes, y absurdas opiniones de supuestos superespañoles en plan “que se vayan y dejen de dar la lata”. Esos sí son los que sobran en España, porque simplemente, España sin Cataluña, no es España.
A todos los catalanes leales: estamos aquí para lo que necesitéis, porque construir una nueva España sin privilegiados ni desfavorecidos va a ser cosa de todos.