sábado, 15 de septiembre de 2012

El valor de un compromiso



A nadie se le escapa ya que son los partidos políticos la génesis de la desesperada y caótica situación nacional y regional. Los partidos políticos, convertidos en agencias de colocación y gestores de intereses inconfesables pero claramente ajenos a los verdaderos intereses de la nación, son el fiel reflejo de una sociedad corrompida hasta sus cimientos, ebria de materialismo y buscadora del logro fácil, sin esfuerzo. Han bastado tres décadas para dinamitar una nación que fue trabajadora, consecuente, equilibrada e independiente. Hoy, España ya no dirige sus destinos; nuestros destinos se dirimen en Bruselas o en el Bunderstag.

Los partidos políticos han saqueado los fondos públicos todo cuanto les ha sido posible, legalmente, a través de subvenciones que se han otorgado a sí mismos por votos conseguidos si obtienen representación, o ilegalmente, mediante financiaciones ilegales de los que PP, PSOE, CIU y todos los que han tocado el “pelo” del poder pueden darnos lecciones magistrales.

¿Pero cuál es el compromiso de los partidos políticos y sus militantes para con España? Sirva el siguiente ejemplo como modelo.

El 11 de agosto del presente, Miguel Ángel  Revilla  Róiz, tertuliano y Presidente “accidental” de Cantabria, además de Vicepresidente y Consejero, manda una emotiva carta a sus militantes para hacerles partícipes de la, llamémosle delicada, situación económica del partido habida cuenta que no han recibido las subvenciones por votos del Estado y el enorme coste de la campaña que se hizo para que pudiera ser Diputado Nacional y que terminó en sonoro fracaso. Y es entonces cuando hace la siguiente sorprendente confesión: el PRC no le ha cobrado cuotas a sus militantes hasta ahora y, a pesar de la actual situación, les pide que hagan el esfuerzo de empezar a satisfacerla situando el montante en 20 € al año como mínimo. Resumiendo, para el PRC, que encabeza su carta con un “Por Cantabria, los primeros”, el compromiso de sus militantes con la región es de algo menos de 1,7€ mensuales.

El PRC, pues, se ha venido engrasando con fondos provenientes del Estado español y no de sus militantes, que al no pagar cuota no se sabe cuántos son ni quienes, pudiendo considerar militante a quien una vez rellenó un impreso y no volvió a querer saber más del partido. Y esto, al contrario de lo que dice Revilla a sus supuestos militantes, no es exclusivo de este partido; nos sorprenderíamos si tuviésemos la oportunidad de conocer el porcentaje de militantes que pagan cuota en el PP o PSOE, por poner un ejemplo.

Pero vamos más allá, si todos los estatutos de los partidos vienen a seguir un modelo tipo, donde pueden cambiar los fines o no, se puede dar el caso que los del PRC, como los demás, otorguen la condición de militante a todo aquel que está al corriente de pago en sus cuotas, perdiendo tal  condición al no satisfacerlas en un determinado y corto período de tiempo, por lo que estaríamos hablando de un partido técnicamente sin militantes y cuyas asambleas y convenciones para la elección de candidatos habrían tenido menos valor que el papel sobre el que se extendieron las actas.

Recuerden, el compromiso con Cantabria de quienes se autodefinen como “los primeros” es de 1,70€ al mes, algunos hasta consiguieron trabajo por esta militancia virtual, pero habrá que ver  si son tan generosos y están tan comprometidos ahora que pintan bastos.

Una  de las principales trampas de la democracia fue la de engrasar los ejes de la maquinaria de los partidos para que no tuviesen que preocuparse por su subsistencia mientras  enfrentan a unos ciudadanos con otros. Es por ello que pronto se convirtieron en máquinas donde, por regla general, los que cuentan con menos escrúpulos, se encaraman a los puestos desde donde puedan dar el salto a la ubre estatal. Con ello, también, se aseguraban que los indeseables para ellos se convirtieran en convidados de piedra en la “fiesta de la democracia”.

Cuánto despejaría el panorama si todos, como Revilla y sus militantes virtuales, vivieran de sus 20 € anuales por militante.

Moroto

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