martes, 30 de agosto de 2016

Cuando la mar arroja esclavos


Resulta paradójico y a su vez burdo que bien entrado el siglo XXI, el siglo que nos vendieron como el de las libertades, la democracia, los avances sociales, las nuevas tecnologías, el siglo del mal llamado “estado del bienestar”, la era del buenismo patológico y suicida, la era en la que nadie más pasaría penurias y sería esclavo, en Cantabria, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, un 14,9% de la población viva en riesgo de pobreza, es decir, unos 86.000 cántabros, un 3,5% se encuentran en situación de carencia material severa y un 15,5% de la población carece de empleo.Pero aún hay más, ahondando en sangrantes cifras nos encontramos que el 29% de los cántabros no pueden afrontar un gasto imprevisto, un 7,5% no mantiene su vivienda a la temperatura adecuada, un 6,2% se retrasa en los pagos y un 1,5% no puede comprar, al menos dos veces a la semana, carne y pescado. 

Cántabros que no son anónimos, quizá algunos de ellos sean vecinos nuestros, familiares, compañeros de un trabajo impuesto por el capitalismo feroz para subsistir de una manera muy poco digna, compañeros de la cola del paro, hombres como nosotros, herederos de un pasado glorioso que actualmente están siendo arrastrados a una esclavitud más o menos disimulada en la forma pero salvaje en el fondo y todo ello en pleno siglo de las supuestas libertades. 


Pero esto es solo el principio, leyendo el periódico esta mañana, llamaba la atención un titular de los que, a los adalides del buenísimo, a los perroflautas de pegote y a los pijo progres que viven en chalets de ricos mientras visten camisetas del Che Guevara les produce un auténtico orgasmo. Decía el titular “CUANDO EL MAR ARROJA CADÁVERES” que resultó ser una escenificación para reivindicar el trato que se les dispensa a los refugiados que llegan a nuestras costas europeas y así poder forzar a las políticos a actuar. Lo que se olvida esta gente es que ellos jamás predican con el ejemplo, nunca hablan de que los van a acoger en sus casas, de que van a pagar su manutención, de que van a darles asilo indefinidamente. No, ellos siempre imponen a los demás, a los españoles que pagan impuestos, a que sobre ellos recaiga el peso económico, social y de convivencia de traerlos y mantenerlos. Así nos va. Y es que la capacidad de los demócratas de boquilla para sorprender haciendo el memo es infinita. 

Por otra parte a estos adalides de las injusticias ajenas nunca se les escucha hablar de los problemas que sus compatriotas, aquellos que citábamos al principio, aquellos que son hijos de los que levantaron este país décadas atrás y ahora están pasando penurias…¿Dónde están las asociaciones de ayuda a los más desfavorecidos? ¿acaso los españoles tenemos que sentirnos ciudadanos de segunda en nuestro propio país? ¿ alguien nos ha preguntado si queremos la llegada de refugiados a nuestras ciudades?¿alguien nos ha hablado de los problemas que acarrea todo esto? Ni lo hacen ni lo van a hacer. 

Una vez más somos nosotros, sólo nosotros, los que desde esta última trinchera mostramos las cosas como son, los que levantamos la voz para decir bien alto y claro que la preferencia nacional ha de ser un derecho de todos los españoles, los que apelamos al sentido común, a la ayuda a nuestros compatriotas y en definitiva, a no relegar a los nuestros a un segundo plano en beneficio de unas personas que, bajo el pretexto de una guerra, están siendo introducidos con calzador en Europa para utilizarlos como mano de obra de las grandes multinacionales capitalistas y agente diluyente de tradiciones, culturas y civilizaciones.

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