Desde hace unas décadas, la droga se ha convertido en un fenómeno de masas. Algo tan común, cercano e integrado en la sociedad, que se tiende a banalizarlo como algo intrínseco a la misma. El consumo y el tráfico se ven como algo normal y todo el mundo da por hecho que de una u otra hay gente en todos los estamentos de poder involucrada en el negocio que hay detrás.
Nosotros no solo rechazamos frontalmente las drogas porque crean dependencia, obnubilan el cerebro y atrofian el cuerpo. Además del drama personal, son también una condena para la familia y para la propia comunidad.
Las drogas son un arma del poder para frenar las disidencias, un instrumento de atontamiento y control, pudren de raíz todo lo sano de nuestras entrañas y arrancan la personalidad de nuestra juventud.
Nosotros queremos luchar por una sociedad libre de drogas y de todo el sucio negocio que sustentan. Preferimos estar conscientes y que nuestro pueblo también lo esté.
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