lunes, 14 de agosto de 2017

El relato histórico de los "recogenueces" del PNV se cuela en Cantabria de la mano de la Consejería de Cultura y el MUPAC

¿INGENUIDAD O CONNIVENCIA?

Entre el trasiego del verano y la proliferación de actos y eventos de carácter lúdico/cultural que jalonan estas fechas, hemos tenido casualmente conocimiento de la realización de un curioso ciclo de conferencias que se desarrolla durante varias jornadas del presente mes de agosto en los locales del MUPAC (Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria), ubicado en el edifico del Mercado del Este, en pleno centro de Santander.
La celebración de dicho ciclo, denominado “Frente Norte 1937”, está organizado y publicitado bajo los auspicios de la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria (incluyendo el marchamo del Año Jubilar 2017) y el MUPAC (a la sazón dirigido por D. Roberto Ontañón Peredo), teniendo como marco aparente la divulgación del patrimonio que conforman los restos de la guerra civil 80 años después.


Nada habría que objetar al respecto, de no ser por la presencia en el cartel anunciador, en calidad de colaborador y acompañado del voluntarioso Ayuntamiento de Santander como comparsa accesoria, de la “Asociación Sancho de Beurko”, la cual, parapetada tras la imagen de la hispánica cruz de San Andrés que por algún misterio insondable conforma su logo, dista mucho de ser un colectivo aséptico, aunque intenta disimularlo. (http://www.sanchodebeurko.org/)
Esta aparentemente inocua asociación, en principio dedicada a las actividades de recreación histórica con el trasfondo de nuestra desgraciada última guerra civil y su extensión a la Segunda Guerra Mundial, resulta estar bautizada con el seudónimo empleado por un tal Luis Ruiz de Aguirre, el que en 1937 fuera nombrado Comisario General del denominado “Euzko Gudarostea” (efímera amalgama de milicias izquierdista-separatistas del Frente Popular, organizada en las provincias Vascongadas, exenta Álava), siendo el tal Sancho militante destacado de la formación Acción Nacionalista Vasca (ANV), una escisión por aquel entonces del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y con presencia muy minoritaria en la mencionada agrupación de milicias (de predominio peneuvista).

Mismas siglas las de ANV que tras un largo periodo larvario y con el paso del tiempo llegaría a ser en su día partido integrante de la coalición filoterrorista Herri Batasuna y posteriormente marca parlamentaria proetarra en fechas no muy lejanas (circunstancia esta por la que alguno debiera sentir un mínimo de vergüenza).  

Indagando en el hacer de esta asociación averiguamos que si bien alega modestia de medios y no aparenta movilizar grandes efectivos (las referencias asociativas indican unas 10 personas), la misma acumula ya desde su fundación la edición de numerosas publicaciones y otras producciones, destacando las audiovisuales, lo cual contrastaría con la supuesta escasez de fondos y su limitada entidad.

Con seguridad no debe de ser ajeno a ello la habitual provisión de recursos que facilitan los parabienes y bendiciones de la administración autonómica en que detenta la hegemonía el PNV, que hoy por hoy pastorea el “matrix” vasco por mor del clientelismo y los enjuages políticos desde la época del ahora canonizado Adolfo Suárez. Así lo atestiguan las numerosas reseñas relativas a muy diversas actividades y colaboraciones con organismos, como el relevante inventariado de los restos de las fortificaciones del llamado Cinturón de Hierro de Bilbao, pasando por los reconocimientos eventuales a la misma en el diario Deia, conocido como la hoja parroquial del PNV, o incluso reseñas en el blog del venezolano Iñaki Anasagasti.

Ni qué decir tiene que en toda la temática tratada por esta asociación “sanchista”, concentrada esencialmente en el estrecho nicho histórico de los años 1936-37 y su prolongación a la Segunda Guerra Mundial y el periodo de posguerra, parece que subyace la aspiración en torno al blanqueo y legitimación del sinuoso y oportunista pasado histórico del PNV, ofreciendo una visión histórica mimetizada con la causa de los aliados vencedores de la Guerra Mundial, y contribuyendo a reforzar el mito con una reivindicación del papel de los gudaris (con rostro humano) y el flamante ejército miliciano como “alter ego” del ente euskadiano.

Todo ello aderezado con una reiterada referencia a la presencia de “los vascos” en pasajes y anécdotas en el contexto bélico y político de la época, asociando exclusivamente esta cualidad de origen a la facción beligerante sediciosa de los bípedos seguidores de Sabino Arana, incluyendo sus variantes más o menos heréticas y sus ocasionales adláteres. Pues al parecer se conoce que, por ejemplo, los requetés carlistas debían ser foráneos de Marte, incluyendo al señor padre de Javier Arzallus, que fuera destacado requeté de Azcoitia, y su familia concesionaria de un estanco.

Por otra parte, llama poderosamente la atención que los apellidos de los principales impulsores de esta iniciativa asociativa delaten unas raíces, no muy lejanas, que resultan totalmente ajenas al solar vascongado (muy en la línea de los modernos nacionalismos coyunturales de provincia que padecemos en España en los últimos tiempos), lo cual puede inducir a sospechar que nos encontremos ante la conocida devoción en la “fe del converso”, si bien, no obstante, no somos quien para juzgar cómo cada uno hace méritos en su “modus vivendi” para procurarse el sustento, ya sea en el ejercicio libre o subvencionado de la profesión.

Ciertamente creemos que en su vertiente “apolítica y sin ánimo de lucro”, como reza en su presentación, esta asociación tiene abierto un extenso campo de posibilidades para expandir su ámbito de actividad recreativa en su época preferida.

Es el caso del necesario reconocimiento a la personalidad del famoso ingeniero Alejando Goicoechea, natural de la muy leal y muy noble villa vizcaína de Elorrio, e inventor del famoso tren Talgo, que fuera director de las inacabadas obras del mencionado Cinturón de Hierro de Bilbao, y que igualmente contribuyó a desabrochar en pocas jornadas al incorporarse al bando nacional.

Igualmente resultaría un filón propio para una saga de intriga el desgranar las vicisitudes del llamado “Pacto de Santoña”, concerniente al intento de apaño de los gudaris peneuvistas con los fascistas de Mussolini (de espaldas a Franco, claro), dejando en la estacada a sus aliados frentepopulistas “españoles” en el frente oriental de la provincia de Santander. Por no citar la custodia que los mismos gudaris hicieron de los famosos altos hornos bilbaínos, “la riqueza de Vizcaya”, para entregarlos íntegramente al ejército de Franco, protegiéndolos frente a la irracional tentativa de sus aliados izquierdistas de volar completamente los mismos.

Mejor aún si cabe, y a favor de la ecuanimidad y equidistancia entre ambos bandos contendientes en la misma época, destacando los dotes únicos de ambivalencia de quien coquetea a varias bandas, sería muy interesante sacar a la luz las circunstancias de cómo el mismo PNV se aliaba con la izquierda frentepopulista española en Vizcaya y Guipúzcoa, mientras en Álava y Navarra (con escasa implantación) se incorporaba con igual vigor al bando nacional para ir a combatir en el lejano frente de Somosierra (donde presumiblemente no se dañase a otros vascos).

En la infamia de los organizadores responsables por parte de las administraciones autonómicas de Cantabria queda el hecho de que se realicen estos eventos con soporte público que den el menor pábulo a quienes han hecho oficio de la discordia y la disgregación de España. Especialmente cuando por el contrario, y aplicando la misma memoria selectiva, hace escasos meses se acaba de retirar un monolito en la santanderina Avenida de Reina Victoria en honor a las Divisiones Navarras que ocuparon la plaza en 1937.

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