A vueltas con el arte friki en la capital, con el ya archifamoso poste del mal gusto, se ha añadido la última, o por desgracia, la penúltima del alcalde De la Serna. A la sucesión de "eventos" ampliamente publicitados y que tanto cuestan a las arcas municipales sin que sepamos luego los supuestos beneficios rendidos, llámense 250 Aniversario, Santander 2016 o Vela 2014, se ha unido la luminosa o iluminada idea de Don Iñigo de crear nada menos que "una milla cultural" para gozo y deleite de los ciudadanos santanderinos y referencia mundial que hará que residentes de los cuatro puntos cardinales del orbe tengan que cambiar en el futuro sus planes viajeros para hacer de Santander, faro de la cultura mundial, el centro de sus desplazamientos.
La "milla" en cuestión englobaría el edificio del Banco de España, el de Correos y el adefesio del Centro Botín, ese que hará que el Guggenheim de Bilbao tenga que ser reconvertido en apartamentos porque se va a quedar sin clientela. En definitiva, la milla de nuestro insigne, a la par que hortera, alcalde mide unos cincuenta metros; por tanto estaríamos hablando de algo menos rimbombante que una milla, nos tendríamos que conformar con más o menos cuarenta y cinco yardas.
Santander, con un Museo de Bellas Artes más bien discreto, un Museo de Prehistoria embalado, empaquetado se entiende, porque el edificio que lo albergaba se tiró para hacer un parking, atraerá a la humanidad con vaya usted qué cosas se le ocurrirán al bueno de Iñigo y a su simpar concejal de cultura, Torrellas, el del poste chachi. Como para echarse a temblar. Eso sí, dice Iñigo que va a revolucinar el comercio santanderino, como si el arte y la cultura llevaran aparejados, sí o sí, el que haya que comprarse un jersey, tomarse un calimocho en un bar cercano o ponerle suelas a los zapatos. Es curiosa la preocupación de nuestro querido alcalde por los comerciantes santanderinos, máxime cuando les va a endosar un centro comercial en plena zona de Varadero; para que vayan abriendo boca.
Dejaremos para otra ocasión el capricho de Don Emilio frente a su ventana, de lo que hay mucho que decir y más que explicar, en lo que supone la mayor demostración de sumisión del poder político frente al económico que se haya visto en estos lares.
Don Iñigo debiera dejarse de tonterías que le vienen enormemente grandes y explicar porqué nos enteramos por la prensa de la no renovación de un directivo del Instituto Municipal de Deportes para ahorrar dinero y meses después se debe readmitir a esa misma persona, porque alguien ha sido un chapucero. Hay que explicar porqué ahora hay que pagar a dos directivos donde antes sólo había uno. Tiene que decir a los santanderinos a quién debemos el despido improcedente con indemnización de más de centenar y medio de miles de euros a los que el Ayuntamiento no puede hacer frente, y si van a rodar cabezas, esto último lo esperaremos sentados, claro.
Recemos porque a este alcalde le ofrezcan algún puesto en alguna Secretaría de algún Ministerio, porque Santander no puede permitirse otro mandato completo de este equipo, ni de la oposición, ni de nadie...¡Qué pena! Quizá es hora de que sea el propio D. Emilio el que coja las riendas de su cortijo.
Moroto
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