"Ya no hay vida espiritual, y la vida espiritual es lo primero". Esta breve sentencia emanada de un conocido político belga resume perfectamente uno de los grandes problemas que azotan hoy en día a nuestra civilización.
El desastre material es patente, la crisis económica a la que nos han arrastrado ocupa hoy en día y por desgracia un lugar muy importante en los pensamientos y reflexiones de la gente. Ciertamente no es para menos, sobre todo teniendo en cuenta las situaciones extremas a las que se ha llegado. Sin embargo, sumidos en esta situación que podríamos tildar casi de crítica en lo económico y lo social, hemos olvidado lo más importante: la vida espiritual. Sí, es un gran error pensar que por vernos desbordados por una situación como la actual, en la que lo material es un aspecto importante, debemos dejar de lado el cuidado del espíritu. Hemos olvidado que igual de importante es alimentar el cuerpo como alimentar el alma.
De manera totalmente premeditada, el sistema actual ha suprimido toda mención a la importancia de la vida espiritual, dando una especial importancia a la material, que parece ser lo único importante. Hace no muchos años era algo incuestionable el hecho de considerar el cultivo del espíritu algo esencial para la plena realización vital de una persona. Hoy en día es motivo de burla el que una persona diga en público que cree en Dios, o que algunas noches dedica un ratito a la oración. ¿Por qué este empeño en extirparnos una parte tan importante de nuestra vida? Porque interesa.
Reflexionemos un poco, es evidente que quien quiera manejarnos lo tiene mucho más fácil cuando lo único que tiene que hacer es llenarnos la tripa. Nos pasará como al burro al que atan la zanahoria para que de vueltas al molino. Seremos bestias de carga al servicio de un amo. En el capitalismo no hay vida espiritual, lo que prima es la acumulación de riqueza conseguida a través de una competencia brutal contra el hermano para erigirse como campeón de lo material, sin importar nada más. El comunismo predicaba una lucha de los que tienen poco tienen que aplastar a todos los que tienen mucho hasta desembocar en una dictadura fundamentada en una concepción de la vida económica y material. En ambos sistemas el hombre no es más que un engranaje más del sistema económico, equivalente a una máquina. En ambos sistemas el hombre queda reducido a lo físico y material. Sin embargo esto no sería posible en una sociedad sana espiritualmente hablando, en un pueblo de fe inquebrantable. El hombre reflexivo que ha conseguido trascender más allá de lo material para encontrarse a sí mismo en lo espiritual nunca podrá ser un pelele. El hombre de fe que ha sabido anteponer lo espiritual a lo material será invariablemente un guardián de la justicia, un portador de los valores eternos que le hacen merecer ser llamado hombre. Y esta clase de hombres fue la que hoy hace 521 años iniciaron una Gesta que asombró al mundo.
Por eso hoy, día 12 de octubre, volvemos nuestra mirada con respeto hacia nuestra pobre España, construida con el sacrificio de tantas generaciones, esperando que ese sacrificio no haya sido en vano.
Por eso hoy, día de la Virgen del Pilar, la imploramos para no desistir en el empeño de conservar viva la llama en un mundo de podredumbre económica y también espiritual.
"Aunque se reúnan todas las conferencias del mundo y se agrupen los jefes de Estado y los expertos, nada podrán cambiar. La enfermedad no está en el cuerpo. El cuerpo está enfermo porque lo está el alma. Es el alma la que tiene que curarse y purificarse.
La verdaderamente grande y única revolución que está por hacerse es ésa: aun tan sólo las almas, llamadas por el amor del hombre y alimentadas por el amor de Dios podrá devolver al mundo el claro rostro y una mirada limpia a los ojos purificados por el agua serena de la entrega generosa.
No hay opción: o revolución espiritual, o fracaso del siglo.
La salvación del mundo está en la voluntad de las almas que tienen fe. (León Degrelle)"
La verdaderamente grande y única revolución que está por hacerse es ésa: aun tan sólo las almas, llamadas por el amor del hombre y alimentadas por el amor de Dios podrá devolver al mundo el claro rostro y una mirada limpia a los ojos purificados por el agua serena de la entrega generosa.
No hay opción: o revolución espiritual, o fracaso del siglo.
La salvación del mundo está en la voluntad de las almas que tienen fe. (León Degrelle)"
JCS
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